Vaya uno a saber dónde lo lleva cualquier intento,
el de pintar o el de escribir, incluso el de pensar tiene su riesgo;
pero desde el momento en que uno se sabe involucrado
en ningún principio preciso ni final feliz,
la fiesta puede pensar o concluir para una música de silencio,
para invitar a la nada con la targetita del vacío,
o es la palabra misma la que toma el mando
de la cuenta regresiva o el orden improbable del caos:
como principio creativo quizás no está mal,
si no fuera porque la noción del bien tampoco nos alcanza.
Además de un lugar, un modo de explicar, un acierto sonoro y un guardián celoso, el tonal es mi casa y el sitio desde el cual ejecuto mi obra. Estos dibujos y pinturas guardan el sabor por las cosas de cualquier mundo, el gusto de jugar con las líneas y olvidar la cautela. Imágenes que vaya a saber uno de donde vienen. Quizás revelen nuestra melancólica condición de seres efímeros arañando una tela que persiste en tanto se nos escapa.